11 Agosto: Bamako - Segou

Este día pasará a las posteridad como:

11 Agosto: Bamako - Segou y una pista de ida y vuelta.

Después del merecido descanso del día anterior nos pusimos rumbo al siguiente destino a primera hora de la mañana.
Descansados, con los vehículos en forma, las neveras llenas, las despensas con reservas y puesto que ese día tan solo teníamos frente a nosotros 240 km para llegar a destino...a la mayoría nos gustó la idea que León propuso:

- ¿Por qué no hacemos el tramo hasta Segou por pista en vez de hacerlo por carretera? Lo estuve mirando y es accesible para todos sin problema.

Sin más, la H1, la Mitsu, el Patrol, la Westfalia y las dos motos a la cabeza comenzamos a salir de Bamako para coger la pista que circulaba paralela al río Níger hasta Segou y era...accesible sin problemas.




Y tras unos pocos kilómetros allí estaba, a la izquierda, la entrada. Y presidiéndola, niños vendiéndonos leche, adultos vendiéndonos carne y un malí que nos desaconsejaba la pista por que tenía dudas de que llegase a Segou.

- Que sí, que no le hagáis caso. Que la he visto por Internet y sí que llega.

Lo cierto es que no hacía falta que el buen hombre (que por otro lado acabó dando la razón a León, puede que por no entrar en debate...) nos orientase. Nosotros...queríamos llegar a Segou por la pista e íbamos a entrar. 
(Si google dice que es accesible, ES QUE ES ACCESIBLE; diga lo que diga el nativo)


Y lo cierto es que así era. 

Avanzamos por caminos de fuego, pistas de tierra roja y polvo, construidos de socavones y badenes.

Avanzamos en paralelo a ese ''río de la vida'' que cobija en sus orillas aldeas de pescadores y donde las personas lavan, beben, navegan...VIVEN.

Y viven sin tiempo. Sin reloj las prisas desaparecen, la paciencia se intensifica y el mundo recobra su serenidad.

Tal vez esa era la razón por la que nos aventuramos a entrar en una pista que nos desaconsejaban; porque nos daba  igual llegar o no llegar, hacerlo antes o más tarde.

Daba igual donde fuésemos, todo era nuevo y digno de ver. Disfrutábamos cada instante, de cada tramo anegado de agua, seco o con vacas atravesándolo. 

Al igual que el Níger... FLUÍAMOS.






Durante toda la mañana el camino nos sorprendía con poblados compuestos por casas de barro y las sonrisas de sus habitantes dándonos la bienvenida como sello de identidad.




Paramos a comer en un rincón de la nada o tal vez ,de ''EL TODO''; a la hora marcada por nuestros estómagos y dándole así una tregua a nuestros sentidos, que era imposible no tenerlos al 100% de su capacidad.



Según avanzábamos la pista comenzó a cambiar de color.
El rojo que nos acompañaba palidecía a medida que atravesábamos poblados y comenzaba a estrecharse el camino para, de repente, dar lugar a un vacío, que nuevamente volvía a estrecharse.



Hasta que se estrechó tanto que tan solo las motos podían atravesarlo.

No recuerdo a la distancia que nos quedamos de Segou, pero era poca.

Las motos iban de derecha a izquierda adentrándose por los caminos para encontrar alguno por el que pudiésemos acceder. Uno tras otro, los fueron descartando. 
Preguntábamos a la gente por sendas que atravesasen los pocos km que nos separaban de la carretera, pero recibíamos solo negativas.
Esperábamos en los poblados a que León (ofuscado en NO retroceder) inspeccionara el terreno, pero los habitantes no necesitan coches, tienen carros tirados por burros y esos...pasan por donde sea.

Y mientras esperábamos...



Finalmente había que volver sobre nuestros pasos, y había que hacerlo algo rápido ya que si se nos hacía de noche, era más aconsejable (aunque NO aconsejable) que fuese en carretera.

Retrocedimos todo lo recorrido durante horas para, de nuevo, llegar donde el amable malí nos había comentado que no llegaríamos.

Pero lo hicimos con una notable diferencia, y eso lo hizo nuevo:




Una vez llegamos a la carretera me esperaba una sorpresa muy agradable.

Las niñas que a la ida vendían leche me habían preguntado mi nombre por la mañana.

Cuando de nuevo aparcamos el coche en el mismo pueblo para repostar ya entrada la noche, oí mi nombre por la calle pronunciado por más de una veintena de niños.

- Ana, Mademoiselle Ana!!!! 

Fue inevitable bajar del coche y ponernos Andrés y yo a hincharles globos!!



He de decir, por un lado, que doy las gracias a mi madre por ponerme un nombre tan corto y asimilable.

Y por otro lado, el que esos niños se acuerden del nombre de las personas con las que se cruzan demuestra que nosotros, tenemos mucho que aprender de ellos. Vivimos tan deprisa que cuando conocemos a una persona pocas veces recordamos como se llama.
¿Cuantas veces hemos oído o dicho: perdona, tu nombre era....? o -me puedes repetir tu nombre?
Seguro que cientos. Ellos, el mio, tan solo lo oyeron una vez.



Con los vehículos cargados de combustible proseguimos por carretera hasta Segou, donde la conducción nocturna,los faros de los camiones, la falta de iluminación, los animalitos que atravesaban las calles...hicieron de llegar allí algo digno de celebrar.



Este día sé que León se sintió mal por que google no había previsto que no lloviese en bastante tiempo y la vegetación hiciera desaparecer la senda, pero desde aquí yo quiero agradecérselo.

Si ese día hubiésemos llegado por carretera a Segou nos hubiésemos perdido cerca de 400 km de VIDA, no hubiese oído como más de 20 niños africanos decían mi nombre a coro y no hubiera disfrutado de esto:


SIMPLEMENTE, NO HUBIERA SIDO ESE DÍA.
Así que desde aquí, GRACIAS.

3 comentarios:

  1. No hay mal que por bien no venga. Vale la pena ver esas pistas.

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  2. Malí, bonito país....., mejor gente, ¡gente guapa!.

    Bamako, el lugar más fácil para vender un coche, y si no lo quieres vender, ¡seguro que si te lo quieren comprar!.

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  3. Segou, vigilante del gran río, ¡el que les da la vida!.

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