16 Agosto: Segou - Diema

Tanto este día como el siguiente serían días de mucha carretera.

El 16 dormiríamos en Diema y el 17 proseguiríamos hacia la frontera de Kidira, para así, al día siguiente y ya en Senegal, las motos avanzar hacia casa por Rosso y la Mitsu seguir hacia el oeste rumbo a Dakar.


De camino a Diema tuvimos que volver a Bamako; y volver significó tener que atravesarlo siendo día de mercado!!


Y de nuevo los ''kambalengue's bikers'' mostraron de qué madera estaban hechos.

Ellos habían empezado hacía ya dos semanas la ruta con la intención de hacerla solos, entre otras cosas porque la agilidad y el volumen de una moto no es la misma que la de un vehículo.

En cambio, con el paso de los días, no solo seguíamos las pistas que el maravilloso GPS de León nos marcaba, sino que cada pocos kilómetros los encontrábamos varados en la arena, bajo un árbol e incluso con la compra hecha.

Esperándonos, siempre esperándonos cuando no tenían por que hacerlo. Y nunca se quejaron.


Ese día, los bamakeses no debían dar crédito a lo que estaban viendo.

2 motos haciendo una caravana de más de una hora de duración por medio de un mercado, cuando a su derecha tenían un ''carril'' por el que pasarla en 5 cinco minutos.


Y en vez de seguir su camino de vuelta, se quedaron delante nuestra, sin quejarse, soportando el calor que precede a la lluvia, entre ríos de curiosos que, cada vez que el tráfico obligaba a parar, les rodeaban para inspeccionar las motos.

El mercado es...como la ciudad en sí. 

Grande, superpoblado y desordenadamente ordenado. Puestos de especias que suceden a los textiles, las carnes, los pescados, el calzado, etc... Un orden que se nos antoja caótico. Pero que si ellos lo entienden, bien está. A fin de cuentas...¿quien somos nosotros para juzgarlo? 

Una vez conseguimos salir de la masificada Bamako, proseguimos hasta Diema por una carretera asfaltada, que hizo que llegase a echar de menos los giros, los badenes, los socavones y los golpes contra el techo de la Mitsu.

Menos mal que a mi lado aun tenía un aromático recuerdo de la falla de Bandiagara, que exigía atenciones cada hora y media y obligaba a una parada técnica.



Eso, sin contar, que para arrancar la moto de Andrés, había sido necesario improvisar un artilugio con unos cables para así poder poner en marcha la moto sin que su hermano o los ''siempre predispuestos a ayudar'' residentes le empujasen.


Pero siempre que la nevera de la Mitsu funcionase...Ne pas Problem!!!

Por el camino es inevitable entretenerse viendo los vehículos que vienen de frente. Siempre tienen alguna curiosidad añadida.

Habíamos dejado hacía días de ver cabras en las bacas y camellos en los maleteros abiertos; para empezar a aprender:

  • Que una furgoneta con un volumen de carga sobre su baca igual o superior al tamaño de la propia furgoneta, no necesariamente vuelca al tomar una curva a una velocidad muy superior a la recomendada.
  • Que la capacidad real de los coches y furgonetas dobla la prevista.
  • Que en un vehículo casi todo está de adorno; empezando por el freno de mano y acabando por el dibujo de las ruedas.
  • Que aunque tu vehículo solo tenga un foco, este siempre tiene que apuntar a la cara del vehículo que viene de frente.



Y así continuamos, con la nevera en forma y entre paradas técnicas, paradas fisiológicas, para comer, de disfrute, para llenar el nuevo depósito de la Mitsu...y con una relajada carretera por delante....llegamos a Diema.



Entrada la noche, un amable maliense nos acompañó al ''hotel'' donde comenzaba la única rutina de cada día.
Bajar la mochila, ducharse, cenar y descansar.

Esa noche, cenamos bajo un techo de paja de mijo un plato de pasta que después de tantos días sabía a gloria, mientras fuera del refugio una tormenta relajaba la temperatura.

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