18 Agosto: Kidira - Dakar

Ya no quedaban fronteras, ya no quedaban pistas de arena, ya no quedaban excusas...

Nos despertamos abrazados a la frontera con Mali, en un ''hotel'' que nos alojaba entre un cruce de carreteras; una que se perdía hacia el norte y por la que, en unos minutos comenzarían a rodar los dos hermanos sobre sus motos, y otra que nos acogería durante el transcurso de ese día para, a hombros de la Mitsu, poner fin a esta experiencia en Dakar.


África me había regalado un día de estancia pero este ya había acabado... solo quedaba comenzar a decir: Hasta pronto.

Fueron más de doce horas de despedidas, y las más dificiles: la primera y la última.

Apenas acabados de desayunar, Andrés y Leon comenzarían la carretera rumbo a Rosso.

Equipados ellos, las motos y sus estómagos solo quedó para el final decirnos: Hasta Pronto.

Les dí un abrazo enorme con el que intenté transmitirles el agradecimiento por todos los buenos ratos que me habían regalado en África y, ese, fue el pistoletazo de salida de su vuelta a casa, y, por primera vez circularían sin aminorar la velocidad y mirar por el retrovisor si ''La Mitsu'' les alcanzaba.

  • En tan solo unos días llegarían el estrecho y alcanzarían, juntos, la Autopista del Mediterráneo.


Esa era la teoría. La realidad es otra:

Durante dos días circularon sin problemas bordeando el rio Senegal hasta Rosso, atravesando la aridez de los paisajes de Mauritania y la simplicidad de sus colores. La presencia de dromedarios les indicaba los kilómetros que habían recorrido y les animaba a avanzar.

Y lo hicieron. Siguieron adelante hasta que la moto de León decidió que aun era pronto para llegar donde el tiempo se mide en minutos y las autopistas son monótonas, y antes de poder entrar en Marruecos el cardan dijo: aquí nos quedamos.




Una furgoneta y más tarde un camión que viajaba vacío se convirtió en el aparcamiento de la GS y en el alojamiento de León hasta atravesar Mauritania y llegar a Dakhla, donde el amable transportista seguiría su camino y León tendría que gestionar la repatriación de la ''rebelde GS'' y su vuelta de la peor forma que hubiese esperado hacerla, en avión y sin su hermano.



Entre tanto, Andrés y la Suzuki prosiguieron la ruta, atravesando el Sahara y Marruecos hasta llegar a Tanger y cruzar el estrecho.

Lo hizo sin incidentes, en un par de días, solo y esclarececiendo cualquier duda sobre si "El Niño" llegaría a casa a bordo de la moto.


Por otro lado, nosotros encaminamos nuestros pasos hacia Dakar, donde llegaríamos ese mismo día, ya entrada la noche.

De vez en cuando miraba hacia la carretera que íbamos dejando. Por inercia buscaba a las motos, que ya hacia mucho que no nos adelantaban.

Una de las veces nos adelantó un coché y Juan se comenzó a reir. Movió el espejo retrovisor para verme desde el asiento del conductor y me dijo entre risas:

  • Flaca!! Mira! Te lo puedes creer? Los pishas hace horas que no están y aun así siempre nos toca tener al León por delante.


En la carretera predominaba cada vez más el asfalto y, según avanzábamos los poblados se transformaban en ciudades, los carros tirados por burros dejaban de verse y daban lugar a motocicletas, los vestidos de decenas de colores que portaban la mayoría de mujeres contrastaban con los pantalones tejanos y camisetas sin mangas que llevaban otras muchas.

Cuando entramos en Dakar...fábricas, altos edificios, indicadores de velocidad y de dirección en las carreteras, carteles luminosos, coches nuevos, motos, moviles, relojes...ya no quedaba nada del África de días antes.

Esa misma noche, en el concurrido aeropuerto de Dakar compraría mi billete rumbo a Barcelona para unas horas más tarde.

Pero antes de coger el vuelo dio tiempo a la última cena.

En el parking del aeropuerto, se abrió, por ultima vez para mí, el maletero para cocinar un arroz a la cubana de despedida, y eché la última cabezada en la parte trasera, acompañada por el ''depósito de gasoil a la africana''.

Juan y Pedro acabarían de decidir si la Mitsu volvía en barco, para al día siguiente, descartar la idea y volver finalmente por carretera, en la cual se reencontrarían días más tarde con Jose (VW) y Dani (Hyundai).


Y así, uno tras otro, fuimos regresando.

Algunos lo habían hecho muchos días antes; otros, días después de lo previsto. Algunos conduciendo y superando cualquier expectativa; otros en avión, resignados por la voluntad de sus vehículos...pero todos, CON GANAS DE REGRESAR A ÁFRICA.




INSHALA...

2 comentarios:

  1. Muy bueno el relato, se ve que lo has vivido con intensidad y minuto a minuto. Esta claro que te a enganchado al igual que a muchos de los que hemos vivido unos días intensos por esos lugares tan especiales.
    Seguro vuelves pronto, Inshala.

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  2. Lo mejor para Dakar, es que se acabará el rally que llegaba hasta allí y se lo llevarán muy lejos, lo que describes es son las consecuencias del mismo, la gente demasiada occidentalizada, la ciudad más mercantil de África y las personas que lo venden todo por dinero. Eso sí, en África hay mujeres guapas, pero en Dakar abundan, con su pelo liso a lo occidental, sus perfumes y maquillaje.
    Muchas gracias Ana, hemos hecho un viaje perfecto, contigo, con los demás, no ha faltado nadie, así que, para repetir. Un beso para ti y abrazos para todos, enhorabuena, esta experiencia ya no os la quita nadie, y por mucho que la contéis, nadie os va a entender si no ha estado por allí.

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